En 1910 propuso la creación de un Cuerpo de Voluntarios del Rif (tropas marroquíes encuadradas en el Ejército Español). Este fue el embrión de lo que posteriormente encargó, siendo Alto Comisario de Marruecos, al general Berenguer: la creación, siguiendo el modelo francés, de las Fuerzas Regulares Indígenas. Estas primeras unidades Regulares participaron con éxito en la defensa de Melilla y Larache.
Su brillante actuación le posibilitó el acceso a la política activa. De ideología liberal y republicana, se enfrentó con decisión a la política que venía practicando el general Primo de Rivera durante el período de la Dictadura. Se manifestó contrario a la formación de las llamadas Juntas de Defensa, lo que le acarreó que en el año 1926 fuera depuesto como gobernador militar de Menorca, pasando a la reserva.
A partir de entonces, Miguel Cabanellas se dedicó a alentar activamente cualquier trama conspiradora contra el gobierno autoritario y arbitrario de Primo de Rivera. Así pues, se unió al complot organizado en el año 1929 por Sánchez Guerra, que propició la caída definitiva del régimen militar, y por tanto de la propia monarquía de Alfonso XIII. Con el advenimiento de la II República, se le confiaron importantes puestos, dada su hoja de servicios y su filiación política favorable al republicanismo: fue nombrado capitán general de la II Región Militar (Andalucía) en 1931; más tarde, comandante en jefe del ejército de Marruecos; y, finalmente, director general de la Guardia Civil (1932).
Fue diputado radical en las Cortes del segundo bienio republicano, con un gobierno mayoritariamente de derechas. Su acendrado republicanismo y su conocida filiación a la Masonería hizo que el gobierno del Frente Popular, presidido por Manuel Azaña, le nombrase Jefe de la V División Orgánica de Zaragoza (la República había suprimido anteriormente las capitanías generales). Sin embargo, y en contra de lo esperado por todos, Miguel Cabanellas optó por apoyar y sumarse al pronunciamiento militar del 19 de julio del año 1936. Cabanellas desoyó incluso los consejos del general Miguel Núñez de Prado, que se trasladó ex profeso desde Madrid para intentar convencerle de lo erróneo de su postura.
Para apartarle del mando de tropas, y teniendo en cuenta que era el general más veterano de los rebeldes, se le nombró presidente de la Junta de Defensa Nacional, constituida en Burgos el 24 de julio del año 1936. El general Mola, como máximo responsable de los ejércitos sublevados en el Norte, se desembarazó de ese modo de Miguel Cabanellas, poniéndole en una presidencia meramente honorífica, sin peso específico en el desarrollo de las operaciones, a la par que controlaba directamente a Cabanellas por si acaso volvía a apoyar a la República. Miguel Cabanellas se resistió a ser mera comparsa. Se opuso desde su presidencia al encumbramiento del general Francisco Franco a la jefatura del Estado Nacional sublevado. Cabanellas tuvo bajo sus órdenes a Franco en las campañas africanas, por lo que le estimaba como soldado pero no como político, pues según él, una vez que Franco accediera al mando supremo de las fuerzas rebeldes, ejercería un control férreo y dictatorial, como realmente así sucedió.
Cabanellas fue nombrado inspector general del Ejército, cargo que en el fondo implicaba su ostracismo político y militar. Siempre haciendo gala de una profesionalidad castrense exquisita, se dedicó a su nueva tarea con celo y disciplina. La muerte le sorprendió en Málaga el 15 de mayo del año 1938, cuando realizaba una de sus múltiples visitas a los acuartelamientos rebeldes. Nada más morir Cabanellas, el general Franco se apresuró a requisar todos sus papeles y documentos.
La figura viste el uniforme de gala de los generales en el período de transición de la Monarquía a la República. Corresponde al del Reglamento de 1926 (toma de posesión de la Capitanía General de la 2ª Región militar en 1931): uniforme caqui, casco metálico con plumas, faja de general con sus correspondientes borlas. Condecoraciones y banda de la Gran Cruz Militar con distintivo blanco. Guantes blancos, sable de gala y bastón de general.
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